El sol se ha ocultado en vos, su poniente.
Ya nada resta; has hecho que el día se cierre,
deteniendo, de nuestra canción elegida,
su compás más perfecto.
Y sólo entonces las horas, las agujas, recobran sentido:
embriagado despierto, observo;
el resto del todo y su infinitud imposible
callados duermen en la noche profunda,
¡Nada son! ¡Grises, lítificados, sin vida!
Eran las tres de la mañana...
Simón Renacer y Distancia, 08-02-2007, 03.30 am